Portafolio
Tres factores un camino
Beijing 11 de mayo de 2022
¿Por qué China no puede (o no quiere) levantar su estrategia Covid Cero Dinámico? Hay tres factores detrás de esta cuestionable política que la OMS calificó de “insostenible” a través de su director general Tedros Adhanom Ghebreyesus, otra víctima de la censura en redes chinas.
Estos tres factores -sanitario, social y político — explican las motivaciones de China para adherirse a su modelo de no convivir con el virus frente a la postura internacional de aceptar la convivencia con un virus debilitado bajo la protección de las vacunas y la inmunidad del rebaño.
El factor sanitario se respalda en el reciente estudio de investigadores chinos y estadounidenses que proyecta 1,5 millones de muertes entre mayo y julio si China elimina los controles ante la ola de Omicron. De esta cifra mortal, un 74,7% corresponden a personas de tercera edad.
El sistema sanitario chino colapsaría por escasez de unidades de cuidados intensivos (1 millón) para atender casos graves de personas mayores de 60 años y grupos de alto riesgo. Se estima que 52 millones de ancianos no han completado el programa de vacunación y refuerzos.
Pero también tiene que ver con el tipo de vacuna inactivada que se aplica en China frente a la vacuna ARN mensajero que han recibido las personas de tercera edad en otras partes del mundo. Investigadores chinos piden mejorar la eficacia y cobertura de vacunas en el país.
El factor social se explica a través de la poca aceptación de las vacunas entre los ancianos. La meta es alcanzar el 97% de vacunación dentro de este grupo pero apenas se ha llegado al 62%. En Shanghai, solo el 5% de ancianos fallecidos estaba vacunado.
¿Por qué los ancianos en China no quieren vacunarse? Según la Comisión Nacional de Salud de China, 42 millones de ancianos no han recibido ninguna vacuna y más de 100 millones no han recibido los refuerzos. Las tasas de vacunación disminuyen según aumenta la edad.
Los expertos concluyen que las personas de tercera edad no confían en las vacunas y temen por los efectos secundarios porque padecen de condiciones de salud subyacentes. Debido a la situación estable del país el año pasado, tienen una falsa sensación de seguridad.
Incluso si están dispuestos a vacunarse deben pasar un control de salud para obtener la autorización. Algunos doctores han negado el permiso a aquellos que tienen presión alta para no correr riesgos y evitar el “efecto acoplamiento” y las compensaciones.
El “efecto acoplamiento” ocurre cuando una persona que ya está en las primeras etapas de una enfermedad no relacionada se vacuna y después se enferma. Hay una tendencia a culpar a la vacuna aunque no existe correlación científica entre la inyección y el mal.
El factor político se apoya en la estrategia sanitaria que funcionó por dos daños hasta que llegó la subvariante BA.2 de Omicron al país. La narrativa oficial vinculó el éxito del modelo con la capacidad del régimen frente a las crisis sanitarias que enfrentaban otros países.
Por este motivo en China solo se han aplicado vacunas locales de virus inactivado, vector viral y proteína recombinante a casi el 90% de una población de 1.450 millones de habitantes. Hasta el momento se han aprobado siete vacunas desarrolladas en el país.
Las vacunas de ARN mensajero no están disponibles en China y las de fabricación extranjera, no han recibido autorización. Recién en febrero, ante la llegada de Omicron, la píldora oral Paxlovid de fabricación extranjera, recibió aprobación de emergencia para ancianos.
En octubre se realizará el Congreso del Partido Comunista de China que se celebra cada cinco años. Está previsto que el presidente Xi Jinping renueve su mandato, el tercero después de una década en el poder. “Nada puede salir mal”.